
[Este artículo se publicó originalmente en noviembre de 2012 en el folleto FP Cloud: Formación profesional sin límites.]
Las infraestructuras informáticas están cambiando notablemente en los últimos años. Estos cambios no suelen ser visibles para los usuarios, pero tienen una importancia fundamental a la hora de afrontar las altas exigencias de la informática actual: movilidad, virtualización, cloud computing, redes sociales, seguridad, big data, etc. no serían posible sin estas nuevas infraestructuras elásticas y ultraescalables.
Algunos de estos grandes desafíos, como el cloud computing, están aún en fases tempranas y con todavía mucho camino por experimentar y avanzar. La industria tradicional, basada en la venta de licencias, ha tratado de ponerse al día rápidamente, pero manteniendo los mismos parámetros de la vieja industria IT, a saber: venta de licencias de uso, secreto industrial, APIs públicas pero privativas y código cerrado para dificultar la competencia. Este modelo restrictivo, sin embargo, se adapta muy mal a los nuevos retos de la industria, pues entorpece la cooperación entre empresas, pone trabas a la interoperabilidad, frena la innovación y restringe artificialmente las posibilidades de la tecnología (y del usuario). Todo ello se oculta a veces con exagerado marketing sobre las bondades, sin explicar sus límites o compromisos, que los tiene, especialmente en las soluciones privativas, caras, inseguras, no tan elásticas y no tan automágicas como prometen.
Ninguno de estos grandes retos tecnológicos puede abordarse por una empresa en solitario, por grande que sea. El software libre (u open source) se adapta como un guante a este nuevo contexto tecnológico (y tecnosocial) basado en la orquestación de recursos heterogéneos y en la interoperabilidad. Aclaremos que el software libre NO va de gratuidad, sino de libertad (libertad de uso, modificación y redistribución): aunque tiende a tener un TCO más bajo, insistir en la gratuidad supone minusvalorar el resto de ventajas (además de erróneo e injusto para la gente que lo crea, lo financia o lo mantiene). Además, el software libre ofrece un marco común para las empresas, estandarizable y reutilizable, transparente y jurídicamente fiable (sin amenazas de litigios y patentes), con APIs abiertas y documentadas, en el que poder competir con independencia de su tamaño, sin recurrir a prácticas restrictivas, opacas o depredadoras (como troll patents, por ejemplo) que acaban perjudicando a los usuarios, a la innovación e incluso a ellas mismas.
Ventajas del software libre en servidores
Por definición, el software libre otorga a cualquiera la libertad de uso, modificación y redistribución del software, lo que en el ámbito de servidores se traduce en las siguientes ventajas únicas, inalcanzables para ninguna solución privativa:
- podemos instalarlo en tantas máquinas como queramos.
- podemos adaptarlo a nuestras necesidades o a las del cliente.
- podemos revisar el código y corregir errores sin esperar a que lo haga el fabricante.
- podemos beneficiarnos de las mejoras y correcciones que hagan otros.
El software libre nace en entornos de servidores. Por ello encontramos una inmensa variedad de soluciones muy maduras y fiables. Para cada solución privativa (cerrada) en el ámbito de los servidores de redes, existe una solución libre igual o más potente. A diferencia de lo que sucede en el ámbito del escritorio, actualmente no existe una sola razón, ni tecnológica ni económica, que justifique el uso de soluciones privativas en el ámbito de servidores, lo cual incluye desde la virtualización al almacenamiento masivo, desde el software de orquestación de clouds hasta la alta disponibilidad, desde la gestión de redes a la seguridad, los backups o la monitorización.
Aunque en abstracto el software libre no es ni más seguro ni más fiable que sus equivalentes privativos, lo cierto es que su forma de desarrollo, el no estar sujeto a compromisos comerciales, la transparencia y la posibilidad de ser auditado, son cruciales a la hora de facilitar la mejora constante y la garantía de que el código no contiene puertas traseras y que los errores y agujeros de seguridad pueden subsanarse rápidamente, así como las dudas y problemas, gracias a la buena documentación y las fuertes comunidades que tiene detrás.
¿Y qué hay del soporte? Contrariamente a lo que algunos creen, no hay nada que garantice que el software privativo goce de mejor soporte comercial que el software libre. El software libre puede ser tan comercializable como el privativo. Hay grandes empresas que ofrecen soporte sobre toda clase de productos y sistemas de software libre, mediante contratos de mantenimiento o cualquier otra fórmula. Esas empresas, además, al disponer del código fuente y el permiso explícito a modificarlo, están generalmente en mejor disposición de dar un buen servicio comercial.
En resumen, el software libre garantiza independencia tecnológica a usuarios y clientes, que no se ven atados a ningún fabricante o proveedor en particular, fomentándose así la libre competencia. Al basarse en servicios y no en la venta de licencias de uso, el fabricante no está incentivado a “vendernos” continuamente nuevas versiones casi idénticas, sino a mejorar el software. El resultado es un producto de mayor calidad, más adaptable a las exigencias de las plataformas actuales y muy apto también para la formación de futuros profesionales competentes, no atados a ningún producto en particular.
Publicado por flossystems el